domingo, 13 de septiembre de 2015

Hasta siempre Centinela

Si tuviera que describirte en una palabra, sin duda alguna sería leal.

Tantos años, ya era parte de la familia. Le conocía todo el barrio, todo mundo le tenía cariño, aunque a algunos no les agradara mucho (chú para ellos =P), y es que ¿cómo no querer a un perrito tan tierno, tan alegre, tan cariñoso, tan respetuoso y sobretodo fiel?

Cómo olvidar su pelo castaño y negro, tan suave y brillante, o esos ojos tan bellos, que de solo mirarme me hacían débil. Lo blando de sus patitas cada vez que se juntaban con mis manos...

Fuiste el mejor amigo cuando necesité uno. Estuviste ahí para mí, me dejaste abrazarte, llorar sobre tu lomo, no te fuiste.

Recuerdo todos los días cómo saltaba al verme llegar, cómo me toqueteaba con sus patitas. 

Y como odiabas que te bañara XD

Recuerdo aquella vez que me despertaron tus ladridos tristes. Sobresaltada, llorando, corrí hasta adonde estabas. Entonces vi a papi y al veterinario y entendí todo: te estaban vacunando. Nunca imaginé que doliera tanto. Los siguientes días te la pasaste desanimado, con los ojos rojos y yo preocupada sin saber bien qué hacer.

Pero todo pasó, al cabo de una semana ya estabas coleando otra vez feliz.

Y no me importa que dijeran que eras un “viralata”, para mí eras el perro más lindo ever. Ninguno tan tierno, tan juguetón y sobre todo fiel. Eras de esos que ladran y ladran y no muerden, incapaz de lastimar a nadie. 

Centi me seguía hasta la avenida cuando iba en guagua a la universidad. Me seguía adonde sea, lo cual a veces era un problema, debo admitir. Pero aún así, ¡tenía tanto corazón!

Y no sé donde estés ahora, si puedas oírme mientras lloro y te hablo, pero si es que existe algo así como el cielo de los perros estoy segura que tú estás ahí. Perdóname. Perdóname. Perdóname porque sé que al final me olvidé un poco, de todo lo que pasamos juntos, de cómo estuviste ahí para mí en las noches, cuando tuve que llorar. Cambié otra vez de casa y no volví a verte igual. Creí que estabas bien con la vecina. Pero te juro que si me hubiera enterado antes que te habían atropellado hubiera hecho lo imposible por ir hasta allá de nuevo y llevarte atención médica. Sé que mami y papi, si hubieran sabido igual. Pero no llegamos a tiempo.

No lo merecías. Eras más gente que mucha gente, el mejor amigo. Gracias por cuidarme, por cuidar a papi, a mamá, a todos. Te amamos.

Ya me haces falta. No hay ni habrá otro como tú. 

Te extrañaré por siempre Centi.